20.4.09

Glastonbury


Actualmente, Glastonbury es una agradable pequeña ciudad del sur de Inglaterra, con unos 10.000 habitantes, con fama de haber albergado siempre a gente especial. A comienzos de este siglo ya se convirtió en un lugar de reunión de videntes y desde la II Guerra Mundial allí se realizaban meditaciones orientadas a acabas con la guerra. En los años 60/70, los hippies inclinados por el lado místico encontraron un terreno abonado donde recalar. Hoy en día, diversos colectivos de vida alternativa la habitan, y las tiendas de las calles centrales son una buena muestra de ello. Y por si la parte mística no fuera lo único que Glastonbury ofrece, los ocultistas, e incluso en peregrinajes de antaño han sido sustituidos por la llegada masiva de jóvenes que acuden cada verano al festival de rock al aire libre más grande de Europa.

Y en muchos lugares puede leerse la frase más representativa de la ciudad:
“May the spirit of Glastonbury be with you”
“Que el espíritu de Glastonbury este contigo”

El Tor

Desde lejos destaca sobre la ciudad la Tor (colina, en gaélico), de 176 metros de altura, siendo su icono más característico. Dicen que no es muy alta, pero sí muy energética, y que además forma un triángulo con otros centros relativamente cercanos de energía telúrica como son Stonehenge y Avebury. La torre que domina la cima es el único resto de un monasterio medieval derribado por un terremoto en 1275; un siglo más tarde se levantó este oratorio en forma de torre, que se mantuvo activo hasta la disolución de los monasterios promulgada por Enrique VIII en 1539. Tanto el monasterio como el oratorio estuvieron dedicado a San Miguel, el matador de dragones, tal vez porque este lugar estaba considerado como una entrada al Annwn, el mundo subterráneo y férico de las tradiciones celtas, donde gobernaba el rey Gwyn ap Nydd; la comunidad monástica tendría entre sus funciones impedir la salida de algún ser considerado diabólico, como en otras “puertas del infierno” diseminadas por toda la cristiandad. Aunque también se piensa que San Miguel pudiese ser un santo sustitutorio del dios celta Bel, en cuyo honor se celebraba el Beltane (los fuegos de Bel), a comienzos de Mayo, fiesta de la fertilidad (no hay que desdeñar el símbolo fálico de la torre), que también suponía el triunfo de la luz ante las fuerzas del mundo subterráneo. Y rizando el rizo, a ese Bel se le asoció con el ángel caído Belial, a quien el arcángel Miguel pondría en su sitio con su espada flamígera.

El Laberinto

Rodeando la colina del Tor hay una serie de terrazas artificiales, en siete niveles, que los monjes usaron para sus cultivos, aunque la antigüedad es mayor y su motivo originario bien distinto. Estas terrazas formaban a su vez unos anillos concéntricos unidos y separados de manera que constituían un laberinto por donde los peregrinos subían hasta el santuario. Este laberinto, aunque irregular debido a la orografía, tiene un aspecto similar al de tantos otros pertenecientes a las más diversas culturas diseminados por todo el mundo, siendo el más conocido el que aparecía en las monedas cretenses. Parece ser que las terrazas que forman el laberinto tridimensional son contemporáneas a las grandes construcciones neolíticas de Avebury, Salisbury Hill, Newgrange o Stonehenge. Al laberinto se le considera como una representación del camino de la vida que lleva a la muerte y esta a la resurrección, es decir, un camino iniciativo, de ida y vuelta, que el hombre debe recorrer para encontrar las respuestas a los misterios de su propia naturaleza.

Se calcula que un peregrino tardaría unas tres horas en recorrer todo el laberinto, siempre que fuese un día sin lluvia. Actualmente, las autoridades, debido a la grave erosión del terreno, aconsejan subir por los otros caminos preparados y ajenos al laberinto, mucho más cómodos y accesibles, uno de ellos muy próximo a la ciudad. En los tiempos cristianos, algunos peregrinos subían de rodillas, ya que los siete niveles se asociaron entonces a las siete estaciones de la cruz en la subida al Calvario.

Ahora los católicos y los protestantes realizan peregrinaciones por separado en ciertos días del año. Algo parecido hacen numerosos grupos paganos, que reivindican el que en la antigüedad aquí hubiese un gran centro druídico que contaba con uno de los tres coros perpetuos de Bretaña –los otros estaban en la isla de Iona (Escocia) y en Aglesey (Gales)-, que tenían como misión “encantar” la tierra a través de su canto druídico continuo.

Estos grupos neopaganos celebran, sobre todo, las grandes festividades celtas: Imbolc, 1 de febrero, la fiesta de Brigit; tiempo de purificación y de siembra. Beltane, 1 de Mayo, la fiesta de Bel, dios de la luz, fuego, flor, renovación y fertilidad. Lughnasad, 6 de Agosto, la fiesta de Lug, o de la cosecha, cuando se cuece el primer pan con la harina del trigo nuevo. Y Samain, 1 de Noviembre, la fiesta que nosotros llamamos de Todos los Santos (aunque últimamente parece que nos quieren imponer el nombre inglés de Halloween); noche de puertas abiertas entre ambos mundos por donde los espíritus pueden volver a la tierra.
En la Tor no es difícil ver gente meditando bajo la luna llena; a veces son monjes budistas, o expertos en feng sui, para los que la Tor es uno de los lugares donde las corrientes del cielo y la tierra confluyen en armonía. Y si en la antigüedad se veían hadas que surgían del Annwn, hoy en día hay quien ve ovnis (que, para algunos, no llegan desde el espacio, sino del interior de la tierra). O arcoiris sin que haya lluvia. También ocurre que a algunas personas les resulta imposible subir, como si “alguien” se lo impidiese.

A una distancia considerable se cree que estuvo la entrada del camino principal donde aun hay dos robles con nombre propio, Gog y Magog, que son los supervivientes de aquellos que flanquearía el camino de llegada de los peregrinos hasta el laberinto, siguiendo un alineamiento desde el que se vería sobre la Tor la salida del sol en solsticio de verano y la puesta en el de invierno. Esa avenida terminaría donde ahora están las Piedras del Druida, también las dos únicas que han permanecido en su sitio.


Y posiblemente ese laberinto a su vez se recorría atravesando un bosque, ya que se cuenta que san Patricio, allá en el siglo V, prometió cien días de indulgencia (tiempo que se ahorrarían de purgatorio) a todos cuantos ayudasen a talar el espeso bosque que cubría la colina.

Por el interior de la colina hay una serie de túneles y cavidades con estalactitas formados por las corrientes de agua que terminan en el White Spring, ricas en calcio y de flujo continuo, aunque irregular en cantidad. Antes de que el Water Borrad, compañía encargada de los suministros de agua, cerrase este manantial en un pequeño edificio y hasta le cambiase el nombre, este era uno de los lugares más bellos de Glastonbury, rodeado de árboles y con formaciones rocosas emblanquecidas por los minerales de agua.

No resulta difícil imaginar a los peregrinos saliendo por entre las brumas que surgían de ríos y pantanos cercanos, recorriendo la larga avenida flanqueada de robles y ascendiendo por el laberinto en procesión; tal vez en un anochecer con antorchas en la mano, formando un movimiento serpenteante visto desde lejos. Y los druidas recibiéndolos en la cumbre y otorgando bendiciones junto a una gran hoguera, que estaría alineada con otras hogueras de otras colinas sagradas siguiendo una línea recta, llamada el Sendero del Dragón, que algunos extienden a lo largo del mundo, en un largo canal de energía.

El Espino Sagrado


Según las viejas leyendas de Cornwald, José de Arimatea, era un mercader de estaño que comerciaba con los mineros en las costas occidentales de Gran Bretaña. En uno de esos viajes comerciales, trajo consigo a Jesús, y juntos hicieron un peregrinaje a la Sagrada Isla de Avalon. Años después, siguiendo a la Crucifixión, José regresó a Avalon y ancló su barco en Wearyall Hill. Ahí plantó su báculo en el suelo, donde echó raíces y floreció en el Espino Sagrado cuyos descendientes todavía crecen en la colina actualmente. El báculo estaba hecho del mismo espino que la corona de espinas de Jesús. El famoso árbol de Espino Sagrado florece sólo en Navidad. En el lugar debajo de esta colina, José construyó una pequeña iglesia, que se cree fue la primera fundación cristiana en Gran Bretaña.

La energía de La Diosa


Viajar a Avalon es aceptar el reto de sentir aquí y ahora el mundo del espíritu, una Íntima conexión entre el cielo espiritual, anímico, con la tierra, en una simbiosis de Auto generación, como lo hacen los apuestos, la pareja alquímica, alimentándole mutuamente, cada ser contiene a su contrario en su propia esencia, es la unión sublime entre cuerpo y alma, esto es apenas un atisbo de lo que lo que se encuentra y siente en Avalon, potente sanador de cuerpos y almas.
Nos encontraremos en un lugar donde se respira y se siente, aunque no lo desees. Donde el espacio-tiempo como dimensión se transforma, entramos en contacto íntimo con lo sagrado que habita en cada uno de nosotros, aquí y ahora, iniciando un viaje a las profundidades del alma en busca de nuestro maestro interior, un viaje iniciativo, porque hay un antes y un después de sentir fluir la energía de estas tierras, Glastonbury (ciudad de cristal y de Ginebra) tierra física, Avalon (ciudad etérica, oculta entre brumas), no penséis que es un viaje mas, no es así, es Avalon quien escoge quien ha de ollar estas tierras y sentirlas, solo así despejaremos las brumas y se nos mostrara en todo su esplendor y nos dejará sentir y vivir su conocimiento, porque el significado oculto, simbólico y místico de la “isla de las manzanas”, es apartar el velo de Isis, y adquirir la sabiduría arcana ancestral.

Fue Lilith-Eva la que comió del fruto prohibido, ese fruto del conocimiento representado por una manzana, y se la ofreció a Adán. Es a través de la energía femenina, a través de la profundidad de la oscuridad, de la materia oscura que todo lo contiene, que se revela la luz más brillante del conocimiento druídico. Jesús dijo: solo llegaréis a mi a través de ella, “a través de mi madre”, solo se llega a dios a través del conocimiento y el respeto hacia la madre, la naturaleza, y no hay mejor lugar para sentirla en cuerpo y alma, que en Avalon, en este lugar se respira magia natural, aprenderemos con la ayuda de los seres elementales como escuchar los mensajes del mundo, de la naturaleza como sentir las energías sutiles y darles forma en este plano físico, como sienten árboles, flores, el agua, la tierra, el aire, el lenguaje de los pájaros.
Aprenderemos el lenguaje de la naturaleza en todo su esplendor, energías sutiles que transmuta el alma y nos abren a otras realidades, en multitud de planos de conciencia. Abriremos el corazón y el plexo solar y sentiremos el Amor más puro, el Amor a todo y a todos los seres, es el poder más grande que existe, es el amor universal, Amor incondicional. Integraremos y equilibraremos las dos energías, la Solar y la Lunar.

Despertaremos a esa Diosa dormida que habita en todos (hombres y mujeres) y la restituiremos en el lugar que le ha correspondido siempre por derecho, en busca de la igualdad perdida, iremos al encuentro de Lilith en nosotros, la esencia femenina primordial, la cara oculta de la luna, la esencia mas sublime de la Diosa que todos llevamos dentro.

Entraremos con sigilo y respeto en el mágico mundo que está entre el mito y la realidad, sentiremos su presencia en Avalon-Glastonbury, que siguiendo la tradición de las islas paradisíacas que en la mitología se encuentran en algún lugar mágico al oeste entre el cielo y la tierra, entre las cuales se incluye la Atlántida, El Jardín de las Hespérides con sus manzanas de oro, las Islas Afortunadas de los griegos, y la Isla de San Brandán, la cual estaba cubierta de manzanos. Avalon también llamada isla afortunada y vinculada con las islas míticas asociadas con manzanas, probablemente por que éstas son la fruta de la inmortalidad en la mitología céltica.

La Abadía

La Abadía de Glastonbury ahora está en ruinas, habiendo sido la última en ser cerrada por Enrique VIII, tras ser un gran centro de peregrinaje en los tiempos medievales. No en vano aquí estuvo la iglesia más antigua de occidente, más aun que Roma, ya que fue fundada por el esenio José de Arimatea pocos años después de la crucifixión de Jesucristo, sobrino suyo, y que de paso se traería el Grial, que enterraría en lo que hoy es Chalice Well. Posiblemente este lugar era muy conocido por haber sido un importante puerto para los mercaderes del estaño en la Edad de Bronce –posiblemente muchos de ellos procedente de Tartessos-, cuando este lugar era una isla en medio de las marismas. En aquellos tiempos, Glastonbury ya era un lugar sagrado y, como hemos visto anteriormente, contaba con una importante escuela druídica. Los druidas y los primeros cristianos solían llevarse bastante bien; no olvidemos la convivencia y el sincretismo que se vivió en la cercana Irlanda, donde se creó el cristianismo celta y alguien como San Columba llamaba a Jesús el Archidruida, o cómo san Patricio explotó la idea de que era una reencarnación del mítico guerrero Cu Chulainn.
La iglesia que edificase José de Arimatea en honor a María sería ocupada en los siglos sucesivos por eremitas, llegando a ser sustituida por la abadía. Cuando Enrique VIII, receloso del poder y la riqueza de la Iglesia, mandó a disolver los monasterios de todo el país, esta próspera abadía benedictina estaba gobernada por el abad Michael Whyting, de 80 años de edad. Los hombres del rey encontraron en la abadía un cáliz que, dijeron, había sido robado del tesoro real. Tal vez para que sirviese de ejemplo, el anciano abad fue colgado en la Tor;
Después su cuerpo sería cortado en cuatro trozos, que fueron llevados a las cuatro ciudades cercanas más importantes, mientras que su cabeza permaneció en el atrio de la abadía; poco después, este lugar se convertiría en un montón de ruinas. No es de extrañar que de vez en cuando el fantasma del abad se deja ver por estos parajes.
Tras la disolución, la abadía pasó a pertenecer ala Iglesia de Inglaterra (anglicana), aunque actualmente pertenece al organismo Abbey Trastees. La cripta es el lugar más antiguo, y, al parecer, tiene algo especial que le hace idóneo para meditar. La cocina del Abad es el edificio que se encuentra en mejor estado y en él actualmente un monje explica con muy buen humor en qué consistía la cocina monacal de otros tiempos.
El día de la festividad de san Miguel, puede verse desde la abadía como el sol se pone tras la Tor, de manera que la torre, no olvidemos que dedicada a aquel santo, queda como una silueta alargada tras el disco amarillo.

Chalice Well

Otro emplazamiento sagrado de Glastonbury es Chalice Well, el Manantial del Cáliz. Al parecer, mientras que la Tor era un emplazamiento para los druidas, en este lugar había algún tipo de sacerdotisas que cuidaban esta especie de jardín encantado, con un manantial de frías aguas con propiedades medicinales. Hay quien le llama el Manantial Rojo o Sangriento, ya que el agua, rica en hierro, deja un rastro rojizo por donde pasa. La fuente del manantial se llama Vesica Piscis y cuenta con un símbolo, que también se encuentra en la puerta de entrada al jardín, conectado con la geometría sagrada que representa la dualidad: dos circunferencia unidas, cuya intersección está atravesada por una línea recta. Esta imagen fue diseñada (basándose en otros modelos de la antigüedad) por Frederick Bligh Bond, arqueólogo y vidente que excavó la Abadía a comienzos del siglo pasado, como un símbolo de paz universal.

El agua fluye pura e incontaminada de forma continua y permanente (más de 100.000 litros diarios) a 11 grados, independientemente de la temporada o el clima exterior. De hecho, hasta se dice que esta agua es ajena al ciclo de evaporación – nubes – lluvia, desconociéndose la profundidad de la que procede. Y hasta hubo tiempos de sequía extrema en los que la única fuente de agua que había en Glastonbury provenía de este manantial.
Bajo la tapa hay dos cámaras orientadas norte-sur; una de ellas tiene cinco paredes de piedra que parecen guardar cierta similitud con las unidades de medida del antiguo Egipto, por lo que se piensa que pudo servir como lugar de ceremonias de iniciación.
Para beber hay una fuente llamada la Cabeza de León, donde también está uno de los tres espinos (crateagus monogyna praecox) descendientes del que floreció milagrosamente del bastón de José de Arimatea, cuando este lo clavó en tierra al llegar a Glastonbury. Este árbol es originario de Líbano, y echa al mismo tiempo flores (blancas) y bayas (rojas), y justo cuando es tiempo de las dos grandes fiestas cristianas: Navidad y Pascua.
Y de la Cabeza de León, el agua va al jardín del rey Arturo, donde estuvo la piscina en la que se introducían los peregrinos, cubriéndoles todo el cuerpo. En la época victoriana estuvo muy concurrida, ya que entre la nobleza se puso de moda ir a tomar las aguas. Aquella piscina quedó transformada en el actual pequeño estanque donde sólo se pueden meter los pies.
Y de este jardín, el agua baja por unas pequeñas cascadas con formas orgánicas, teñidas por el rastro rojo que los minerales han ido depositando con el tiempo, para acabar en una pequeña balsa con la forma de vesica piscis. Además de los minerales en suspensión, se atribuyen los poderes medicinales de esta agua a una fuerza vibratoria relacionada con la energía telúrica. De hecho, Chalice Well está situada justo en la intersección de dos líneas imaginarias que unen, por un lado la Tor y la Abadía, y por otro, la colina de Wearyal Hill, la antigua Ynys Witrin donde recaló José de Arimatea, y los árboles Gog y Magog, los robles a la entrada del viejo camino de los peregrinos. En Chalice Well hay un tejo cuyo tronco se ha ido transformando en un símbolo vulvar, una forma de representación de la diosa. En otros lugares del jardín hay otros tejos. Estos eran unos de los árboles sagrados de los druidas, que los consideraban símbolo de muerte y resurrección; los plantaban en emplazamientos ceremoniales y en su calendario representaban la entrada del invierno.